martes, 22 de febrero de 2011

Diario de un Rookie. 2ª Parte

Lo bueno de la noche del sábado, evidentemente, ha sido el concurso de mates. Probablemente, mucha gente esté molesta por el resultado y el excesivo show. Cierto. Pero también es verdad que algunos de los vuelos son de lo mejorcito visto en años. Blake a menos de 30 metros de distancia, haciendo un mate, es una experiencia religiosa. Su primer vuelo ha sido casi glorioso y su casi 540 ha sido esclarecedor: si lo intenta en una cita así es porque ya le ha salido muchas veces. Aparte de eso, de lo bien que estuvieron el resto de participantes, el día fue movido. Cualquier jornada de un All-Star empieza a las ocho de la mañana y termina a las once de la noche. Sarna con gusto no pica…


Por la mañana, entrenamiento de las estrellas. Entrenamiento por decir algo porque es un show para el público. Una hora de sesión y media hora para la prensa. La guerra… Un Royal Rumble en toda la regla. Un todo vale pero con sus restricciones: no vaya a ese sitio, no pase por ahí, etc.

Acceso a la pista del Staples Center. Como siempre, gente andando muy rápido, las cheerleaders estirando, los de seguridad controlando y mirándote intensamente hasta que ven tu acreditación… Y un Shaq que salía de pista. Bien. Iba él saludando a todo el mundo, los que estaban en el túnel y en la grada, mirando y andando. Es muy grande… enorme… dimensiones mitológicas… y en la que Shaq miraba hacia arriba, saludaba y se marchaba de allí, yo iba andando y observando el momento. Él en una dirección y yo en otra. La ley de la impenetrabilidad de la materia no tendría que haberse vuelto a confirmar de no ser por un cambio de rumbo de Shaq bastante radical. Su cambio de itinerario ha provocado el “choque”. Choque suave y fortuito; disculpa de Shaq (”Sorry, man”); empaste de mi boca aún inestable pero tranquila mamá, estoy bien.

Cinco días de estrellas. Cinco días de asombro y de show. Y ya se acaba. Escribo desde el hall del hotel con la maleta a mi lado. Me voy de L.A. Sólo puedo decir que esta experiencia ha sido alucinante. Mi primer viaje al mundo NBA no ha parado de sorprenderme: lo enorme del Staples, la organización y cuidado al milímetro de todo, la falta de cintura de los de seguridad, Blake, Kobe, la libertad para las entrevistas, la profesionalidad absoluta de los jugadores, el Morton’s, etc.


Mi última jornada de trabajo fue magenta. Muy magenta. Tanto que acabé medio loco por ese color. ¿Razón? La magenta carpet. El All-Star era en Los Ángeles. Las estrellas de cine. Los Oscar. La alfombra roja. T-Mobile. Magenta… NBA magenta carpet.

Todas las estrellas del mundo de la música, del cine, la televisión y de la NBA pasearon por la alfombra de ese color tan “discreto”. Y cuando digo que todos pasaron por allí, quiero decir todos. Excepto Pe y Bardem, todos los famosos estuvieron por allí. Dustin Hoffman es muy bajito. Ciara es un monumento y algún jugador crack de la NBA me comentó que “esto es demasiado raro para mí”. Dominique Wilkins me dijo que se sentía como una estrella de cine desde los doce años y Ciara es un monumento (lo he puesto ya pero es que Ciara es un monumento).

Cuando el partido acabó, un servidor entrevistó a Gasol… y se quedó en el parqué despidiéndose de la que ha sido su casa durante cuatro días. Nice to meet you. It was a pleasure for me. Thanks.

El All Star termina. Y si vuelvo a un evento así, ya no seré ROOKIE…

…La próxima vez, querido amigo, jugarás en el equipo de los Sophomores.
(Fuente: www.sportyou.es/blog/author/inaki-cano-jr)

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