Exclusiva

Vuelta a la rutina. Que mal suena esta frase… y más cuando el motivo de mi ausencia se debe a una invitación de boda en Ibiza con muchos amigos.

Más allá del bullicio de fiestas, discotecas y guiris podemos encontrar la “otra” Ibiza. Aquella isla paradisíaca de preciosas calas de agua cristalina y hermosos atardeceres que la han llevado a ser declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco.

Muchos de los followers en twitter ya sabrán que intenté twittear la #bodadiegoytaida en directo. Finalmente no pudo ser ya que los novios habían vendido la exclusiva. Lo que no saben es que fue “Como Paco por su Casa” quien la compró.

Los novios disimulaban su preocupación durante los días previos a la boda. Amenazaba tormenta para el sábado por la tarde. Llevaba toda la semana lloviendo y muy pocos confiaban en que la boda se pudiese realizar al aire libre como estaba previsto. Los invitados, pegados a sus smartphones, miraban en sus aplicaciones el tiempo que se preveía hora a hora. Prácticamente minuto a minuto.

Y llegó el sábado. Buen tiempo por la mañana que nos permitió disfrutar de Cala Salada antes de comer. Solo una nube amenazaba en el cielo. La cara de los novios radiaba felicidad. Obviamente por ambos motivos.

A las 19:30 más de 100 personas vestidas de blanco esperaban en la recepción del hotel. Minutos después ese blanco hacía su aparición en Cala Comta donde un precioso atardecer empezaba a gestarse. Las caras de asombro y las cámaras de fotos hicieron acto de presencia.

Tras tomar asiento en el acantilado empezó a sonar el piano que iniciaba la ceremonia. El novio, acompañado por su madre y seguido por los testigos dejaba paso a la novia que lucía un precioso vestido de Hannibal Laguna.

Con la lectura de varios de los hermanos y amigos íntimos de la pareja, a varios de los invitados les costaba retener las lágrimas de la emoción. Poco a poco, el sol fue fundiéndose con el Mediterráneo dejando una de las instantáneas más bonitas de los novios. Justo después de darse el “sí, quiero”. Una vez que pudieron besarse.

El resto de la ceremonia, cargada de detalles medidos al detalle (valga la redundancia) y con una música excelentemente elegida, ya se sabe…

¡Enhorabuena!