miércoles, 11 de abril de 2012

¿Qué pasó con… la mercromina?

Antes de que nuestra querida povidona yodada se hiciera un hueco en el botiquín de todas nuestras casas, ese hueco antes era ocupado por la mercromina que, hoy por hoy, está disfrutando de una merecida jubilación. 

Aquel color rojo pasión que teñía tu piel cada vez que te hacías una herida en el recreo. ¡Qué recuerdos! Ya podía ser un mero raspón que con un par de gotas parecía que te habías desollado los codos o las rodillas. La mercromina daba a una herida la importancia que merecía.


La mercromina llegó a España en los años 30 de la mano del químico José Antonio Serrallach Juliá, que conoció las bondades del producto durante su estancia en el Instituto Tecnológico de Massachusetts (EEUU). Pronto se convirtió en uno de los medicamentos estrella de la empresa Lainco (que aún hoy comercializa el fármaco en nuestro país), y en pocos años, el nombre comercial con el que Serrallach había bautizado al producto (el principio activo se denomina merbromina) se utilizaba como genérico en todo el país. 

"Hasta los 70 se usó muchísimo", comenta Jordi Ballesta, el actual director técnico de Lainco. A partir de esa fecha, señala, las ventas comenzaron a descender y, aunque hasta mediados de los 80 era fácil encontrarlo entre el arsenal casero de medicamentos, el declive ya fue imparable. 

La povidona yodada 

Según Ballesta, la introducción de la povidona yodada en los hospitales del país marcó el inicio del ocaso. "Hasta entonces los centros utilizaban sus propios preparados como antisépticos, pero con la llegada de este producto dejaron de hacerlo y pasaron a comprarlo directamente. La gente siempre pregunta cómo continuar con las curas en casa y empezaron a apostar por el mismo fármaco que habían visto en el hospital", señala. 

Los actuales sustitutos de la mercromina "en general, combaten un mayor número de gérmenes, su acción es más prolongada y provocan menos reacciones en la piel, por lo que han ganado terreno". 

En nuestro país, la mercromina sigue siendo un producto autorizado y, según el director técnico de Lainco, aún empleado en algunas áreas como "el tratamiento del pie diabético o de los estomas", pero, en otros países, como EEUU, ha sido retirada del mercado. 

La mercromina llevaba pues el destino marcado en su tintura. Y, aunque hubiera conseguido frenar a las opciones más modernas, quizás tampoco habría podido hacerse un hueco en un mundo donde, como comenta Jordi Ballesta, "los niños ya no llevan costras porque cada vez juegan menos en la calle". 
(Fuente: www.elmundo.es)

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