Hace unas semanas un amiguete
me preguntó “¿por qué aplaudimos? ¿desde cuándo se utiliza el aplauso?” La
verdad que nunca me lo había planteado pero tirando un poco de lógica le dije
que era algo que venía de lejos destinado a hacer ruido.
Pues poco más o menos. El aplauso (del latín applaudere)
es principalmente la expresión de aprobación mediante palmadas, para crear ruido. Como forma de comunicación
no verbal de masas, el aplauso es un
indicador simple de la opinión media relativa del grupo completo: cuando más
ruidoso y prolongado, mayor aprobación.
La costumbre de aplaudir
puede ser tan antigua y estar tan extendida como la propia humanidad, y la
diversidad de sus formas está limitada únicamente por la capacidad de los
medios disponibles para hacer ruido. Dentro de cada cultura, sin embargo, el
aplauso suele estar sujeto a ciertas convenciones. Los antiguos romanos tuvieron
un conjunto ritual de aplauso para las representaciones públicas, expresando
diversos grados de aprobación: golpear los dedos, dar palmadas con la mano
plana o hueca, o agitar el faldón de la toga, lo que el emperador Aureliano sustituyó
por pañuelos (orarium) que distribuyó entre el
pueblo. En el teatro
romano, al final de la obra, el protagonista gritaba Valete et plaudite! y la audiencia, guiada por un corego no
oficial, coreaba su aplauso antifonalmente.
Esto a menudo era organizado y remunerado.
Con la proliferación del cristianismo, las costumbres del teatro
fueron adoptadas por las iglesias. Eusebio cuenta
que Pablo de Samosata animaba a la congregación a aplaudir sus sermones
agitando sus ropas de lino, y en los siglos IV y V el
aplauso de la retórica de los sermones populares se habían convertido en una
costumbre habitual. El aplauso en las iglesias terminó sin embargo pasando de
moda y, en parte debido a la influencia de la atmósfera cuasi religiosa de las
representaciones de Wagner en Bayreuth,
el espíritu reverencial que inspiró este decaimiento pronto se extendió a los
teatros y salas de concierto.
El aplauso indiscriminado es
ampliamente considerado una violación de la etiqueta concertística de música
clásica. Ha habido cierto número de intentos de restringirlo en
diversas circunstancias. Por ejemplo, los teatros de Berlín prohíben
el aplauso durante el espectáculo y antes de la bajada del telón.
Aplauso de sordos
Las personas sordas tienen su forma de aplaudir o de dar su ovación
ante lo presenciado. Ya que el aplauso es algo sonoro, y ellos no pueden
escuchar su aplauso, lo que hacen es alzar las manos y moverlas en el aire,
expresando su aprobación.
Muy interesante el artículo. Me ha llamado la atención y he tenido que leerlo. Parece propio de revista divulgativa, estilo Focus o Muy Interesante.
ResponderEliminarMe pregunto si es una evolución de un gesto arcaico, como la sonrisa, si los primates también aplauden o hacen ruido con las palmas cuando se emocionan. A mí me suena que sí.
Saludos