Los nombres hipocorísticos son aquellos usados con
intención afectuosa, familiar o eufemística para suplantar a uno real. Se
caracterizan en que las palabras son sometidas a cierta deformación,
siendo muchas veces apócopes, aféresis o diminutivos del nombre propio
verdadero; aunque también pueden tener un origen etimológicamente distinto al
de éste (como es el caso de Pepe o Paco). Especialmente, el término
hipocorístico alude a las abreviaciones y modificaciones que sufren los nombres
propios en la lengua familiar.
Este tipo de nombres se pueden originar de varias
maneras:
§ Elisión de una o más sílabas y postposición de '-i': Susana → Susi, Antonio → Toni.
§ Imitación del lenguaje de los bebés y niños pequeños: Gregorio → Goyo, Consuelo → Chelo.
§ Postposición de un sufijo diminutivo.
Hasta aquí todo correcto pero, ¿de dónde
vienen Pepe o Paco?
Como bien sabemos, Pepe es, en español,
un hipocorístico de José. Existe una extendida creencia
popular que indica que este hipocorístico proviene de las siglas de Pater Putativus ("Padre Putativo") otorgado
a José de Nazaret como marido de de la Virgen María. En realidad, se trata de
una forma reducida de Jusepe,
antigua versión del nombre en español, análoga a las reducciones de tantos
otros hipocorísticos en español y otras lenguas romances. Los casos
análogos del catalán (Pep, de Josep)
y el italiano (Peppe o Beppe, de Giuseppe) dan evidencia
suficiente de ello.
Por otro lado, Francisco recibe el seudónimo de Paco porque a San Francisco de
Asís se le conocía como el Pater Comunitatis (el Padre de la comunidad), cuando
fundó la orden de los Franciscanos. De ahí que, uniendo las dos primeras
sílabas, den lugar al nombre de Paco.
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