Siguiendo la tónica de los últimos cuatro meses, ayer me volví a reunir con mis amigos para ver la final de Gran Hermano 12 + 1. Sí, ¿qué pasa? Me gusta Gran Hermano.
Tras el palo que me dio la vida cuando en la anterior edición, la hoy recauchutada Laura se hacía con el maletín, dije que me borraba del concurso. Pues bien, no he podido y he seguido al pie del cañón.
En esta fase final “dirigida” con falsas finales, falsos expulsados finalistas y “masunos” nos encontrábamos ante una de las mejores finales de la historia del reality. Aless, Dani, María o Pepe. Uno de ellos ganaría el concurso.
Mis favoritos eran Aless, Dani y Pepe. Sí, ya sé que tengo muchos pero lo bueno de esta final es que el público ha elegido sus finalistas. De estos tres me daba un poco igual quien ganara ya que lo consideraría justo ganador. El caso de María es otra historia ya que incomprensiblemente se coló en la final y estuvo a punto de darnos un susto a más de uno cuando la final se quedó entre ella y Pepe.
La verdad es que la final de ayer fue un tanto fría, y esto es algo de lo que están pecando mucho estos últimos años. No es necesaria tanta parafernalia para ver quién gana el concurso. Con algo más sencillo se pueden conseguir mayores emociones y mejores resultados. Podría enrollarme más pero creo que el concepto está bastante claro.
En definitiva, la de este año ha sido una gran edición (solo ha habido un par de errores de casting) y ha recordado mucho a las primeras ediciones. Gente normal conviviendo en una casa con sus piques, sus confesionarios, sus broncas, sus bromas…
Y es que poco a poco, Gran Hermano está volviendo a su esencia. Ayer recuperaron ese helicóptero al que solo tiene acceso el ganador. Gracias. Soy un nostálgico y estos detalles como el hecho de que el ganador disfrute de la soledad de la casa durante unos minutos me parecen necesarios. El año pasado solicitaba un GH Reboot y hoy por hoy solo me lo me falta una cosa más. Una puerta, así de simple. Y es que, ¿qué es una casa sin una puerta? Aún recuerdo a Ismael, Iván o Ania despedir a todos sus compañeros desde el umbral, mientras estos recorrían un largo pasillo hacia el público y contestar sus primeras preguntas en caliente. ¡Qué tiempos!
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